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Del color de la Tierra son...

  • CARLA AVILA
  • 25 nov 2016
  • 4 Min. de lectura

Empezar por el comienzo puede parecer a esta altura (más de medio milenio ya) un absurdo, pero parece seguir siendo necesario comprender la dimensión de aquel encuentro, imposible de imaginar en cuanto al espanto y/o deslumbramiento que habrá causado a ambas partes; para comprender esto de porque “cinco siglos igual”.


Ese encuentro “por error” implicó la invención de un continente! Y con él, la creación de una nueva especie: “los indios”. Aquel error lingüístico que originó Colón, se ha perpetuado por siglos, convirtiéndose en una prisión de la cual todavía hoy, no podemos librarnos…


“YA LLEGAN AL CIELO LOS ALARIDOS DE TANTA SANGRE DERRAMADA…” Después de la derrota militar, llegó el desprecio y el abatimiento cultural. El europeo continuó su designio de inventar el “nuevo mundo”; pero la enorme diversidad de lenguas, adaptaciones ecológicas, formas culturales y políticas significaron una verdadera dificultad. Sin embrago a partir del 12 de octubre de 1492, a partir de aquel encuentro por error, este “nuevo mundo” fue sometido a un brutal y sangriento proceso de conquista, saqueo, muerte, dominación…el mayor genocidio en la humanidad, que se cobró la vida de más de 80 millones de nativos.


Después de tantísimos “12 de Octubre” celebrados y agradecidos, hace relativamente poco empezó a resignificarse esa fecha, para pasar a conmemorarse cada 11 de octubre como “El Ultimo Día de Libertad de Los Pueblos Originarios”, nada para celebrar.


Hoy, los llamamos Pueblos Originarios, en un intento de reivindicar a quienes nos antecedieron en estas tierras, y a la diversidad cultural que no pudieron exterminar. Diversidad que sorprendentemente resiste en el tiempo, viva.


Y en este intento de reconocimiento a la “Preexistencia” es que se pronuncia durante el Siglo XX, una amplia legislación nacional e internacional (Convenio 169 de la OIT; Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, etc.), para salvaguardar sus derechos. Sin embargo, a pesar de tanta letra a su favor, en la realidad, los pueblos americanos siguen padeciendo el cotidiano atropello a sus derechos, debido a una clara y significativa distancia entre el marco normativo y las prácticas institucionales reales.


Lamentablemente, el genocidio, la discriminación, las masacres y persecuciones no terminaron con la Campaña del Desierto de Roca; por el contrario, hay una solapada persecución y judicialización contra los pueblos originarios en Argentina.


El Estado reconoce en la actualidad la existencia de al menos 955 mil personas pertenecientes a más de 30 pueblos originarios, aunque admite que se trata de un “subregistro”. La academia acuerda que son muchos más. Estudios científicos determinaron que el 56 % de la población tiene en su genética algún rastro indígena. Aun así, un discurso recurrente se refiere a los pueblos originarios como un hecho del pasado y no como una cultura que está viva y presente en la actualidad.



Entre los pueblos reconocidos por el Estado, están los Atacama, Ava Guaraní, Aymara, Comechingón, Chané, Charrúa, Chorote, Chulupí, Diaguita-Calchaquí, Guaraní, Huarpe, Kolla, Lule, Mapuche, Mbyá Guaraní, Mocoví, Omaguaca, Ocloya, Pampa, Pilagá, Rankulche, Quechua, Querandí, Sanavirón, Selknam (Onas), Tapiete, Tehuelche, Tilián, Qom, Tonocoté, Tupí Guaraní, Vilela y Wichí, entre otros. Al mismo tiempo, nuevas comunidades transitan el camino del autoreconocimiento y se identifican pueblos que la historia oficial negó durante siglos. Uno de ellos: los Nivaclé.


Entonces, que es ser “originario” hoy? “es estar cerca de la pobreza y con la incertidumbre de ser despojado si nuestros territorios albergan algún mineral precioso para el sector empresarial. Ser indígena hoy es ser discriminado por una sociedad que culturalmente ha sido criada por un individualismo etnocentrista. Ser indígena hoy es aún vivir con una infinidad de obstáculos en nuestro día a día...”


En la actualidad los pueblos originarios repiten ese indeseado encuentro con un “otro” que viene a arrebatar sus territorios y embestir sus culturas, hoy desembarcan las grandes corporaciones transnacionales, (Cargill, Monsanto, Barrick Gold, Chevrón, la lista nunca acaba…) que en pos de sus intereses políticos y económicos, y con la complicidad de las autoridades locales y nacionales de turno; despojan, excluyen, pero además, criminalizan, judicializan y persiguen a los dueños de los territorios que pretenden saquear; pues para la lógica del capital en expansión, éstos son “poblaciones inútiles”, estorbos para el “progreso”.


En definitiva, la identidad de los pueblos originarios es una identidad de resistencia histórica, en la actualidad parece imposible no identificar a cada uno de ellos con un conflicto socio-ambiental especifico. Hoy más que nunca las industrias extractivas (megaminería, petróleo, gasíferas), los pools sojeros a través del monocultivo y con ello la expansión del monocultivo, las represas, industrias turísticas, etc. avanzan sobre territorio indígena, sin importarle el paso más importante, estipulado por el Convenio 169 de la OIT, que es la Consulta, libre, previa e informada, que necesariamente se debe realizar (que debe realizar el Estado, no las empresas!) antes de ejecutar cualquier tipo de obra o emprendimiento de otro tipo en tierras indígenas. A su paso dejan un impacto ambiental, económico y cultural muchas veces, irremediables.


Lo más terrible de esta violencia histórica a la que son sometidos los pueblos originarios, es que más que evidenciar una ausencia estatal que resguarde sus derechos, en realidad se desenmascara una Respuesta Estatal. El Estado no está para Ellos porque el Estado no quiere que Ellos estén.


"El silencio que somos quienes color de la tierra somos, fue roto. Sobre sus pedazos nos levantamos. No está en juego la posibilidad de volver a ser lo que éramos y no somos. Tampoco el que nos convirtamos. Lo que está en juego es si se reconoce o no el lugar que ya tenemos y en el que somos. Es la posibilidad de ser con todos y no bajo de nosotros. No importa el pequeño nosotros que del gran nosotros somos, importan todos”

(Subcomandante Marcos)

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