Violencia Obstétrica, Pensamientos Uterinos
- MARIA SASSO
- 25 nov 2016
- 2 Min. de lectura
La violencia obstétrica nos interpela. La violencia obstétrica es violencia de género. Son pocas las mujeres que han parido y no tienen historias de violencia para relatar. Algunas las tenemos claras, presentes. Otras las padecemos en silencio, reviviendo en el llanto de nuestrxs niñxs años después de haber parido. Otras las reconocemos en los relatos de otras que parieron. Llegado a este punto, son muchos los nombres y formas que podemos ponerle los maltratos durante el embarazo y parto, la violencia obstétrica la transitan la gran mayoría de las mujeres que paren. ¿Por qué? Porque la violencia obstétrica es violencia de género y todas somos potenciales blancos.
Violencia obstétrica es que nos obliguen a parir calladitas, sumisas. Violencia obstétrica es que nos compelan a parir de la forma más conveniente para el/la parterx. Violencia obstétrica es que no se aprendan nuestro nombre y nos llamen “mamita”, “mamasita”, “gordita”, “eh, vos!”. Violencia obstétrica es que se abalancen sobre nuestros cuerpos para que “logremos” expulsar lo que llevamos dentro rompiéndonos costillas o deformando el cráneo de nuestrxs hijxs. Violencia obstétrica es que nos griten que no seamos malas madres mientras parimos. Violencia obstétrica es que nos digan que parimos mal y que no le ponemos voluntad en un momento en que muchas mujeres sienten que están en el límite entre la vida y la muere. Violencia obstétrica es que nos separen forzosamente de nuestrxs hijxs a segundos de nacer. Violencia obstétrica es que no nos permitan decidir sobre nuestros propios cuerpos y nos convenzan de que no sabemos… que no sabemos nada y que no podemos parir si no es en sus únicos y autoritarios términos.

He conocido mujeres que han sufrido tanto en sus partos que han decidido no tener más hijxs. Mujeres que aprendieron a quedarse calladas y aguantar el dolor para que nos las reten por aullar de dolor y emoción. Mujeres que entraron en depresiones que les llevó años sanar por ser separadas de sus hijxs recién nacidxs. Mujeres que les costó mucho tiempo volver a sentir placer al tener relaciones sexuales luego de un parto violentado porque les mutilaron sus genitales por intervenciones de rutina innecesarias.
La violencia obstétrica nos interpela. La información en sí no nos liberará de los maltratos en salas de parto, hospitales y consultas médicas pero comenzar a correr el velo que la naturaliza es un primer y necesario paso en ese camino. En este contexto que nos invita a repensarnos como mujeres empoderadas y luchadoras por vínculos más feministas/igualitarios nos convoco a reflexionar sobre las formas en las que parimos y venimos a esta parte del mundo. Porque “para cambiar el mundo es necesario cambiar la forma en que nacemos” (Michel Odent).
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